Dentro de ti
Lo que les
presento a continuación es un caso extremo, profundamente aleccionador. Ana Paula, una
joven de 27 años recibe una llamada de su madre quien muy angustiada le pide
que se vaya al hospital central porque su papá está muy mal herido. Ana no
entiende nada pero su mamá le cuelga. Llama a su hermana y ésta última le dice
que va camino al hospital, que allá se ven, que tampoco sabe más.
Al llegar al
congestionado hospital preguntan por su padre, a lo que le responden con la
mala noticia de que el señor acababa de fallecer producto de varios impactos de
bala que le habían propinado para robarle su vehículo. La madre estaba sentada
junto a una puerta, esperando que le dieran la orden para retirar el cuerpo.
Tras la muerte
del señor, la madre de Ana Paula quedó muy agobiada, triste, deprimida. Se le
veía llorar mucho, no se alimentaba bien, no dormía casi y pronto comenzó a
enfermarse. Sus hijas la llevaron a médicos de diferentes especialidades,
pero nada, a la señora no se le detectaba nada extraño, por lo que adjudicaron
todo a la tristeza por la pérdida de su esposo. Un psiquiatra la trataba con
medicación y terapia, sin obtener resultado alguno, la señora no se reponía.
De vez en
cuando las hermanas conversaban sobre su papá. El señor había sido un padre
cariñoso con ellas, más no así un buen esposo. Le había sido infiel a su mamá
en varias ocasiones, la maltrataba verbal y físicamente, viajaba con sus
amantes y no con ella, etc. por lo que en cierta manera les parecía extraño
aquel sufrimiento tan fuerte de su madre, cuando la situación podía tener para
ella otro perfil más liberador. En fin, aceptaron su manera de llevar el dolor,
ya agotadas de buscar tantos recursos para ayudarla.
Los meses
pasaban uno tras otro. Ana y su hermana en sus rutinas, mientras su madre continuaba
postrada en casa. La señora lucía realmente mal. Estaba demacrada, delgada en
extremo, casi no hablaba, mucho menos sonreía. Para su sorpresa, una mañana se
levantó muy temprano, se bañó y les preparó desayuno. Cuando las hermanas
terminaron de desayunar les dijo: Por favor llévenme a la policía, voy a
entregarme, yo mandé a matar a su papá. Lo que vino tras esa confesión, no tenía
precedente alguno en sufrimiento para esas muchachas. Eso sucedió hace cuatro
años, la señora está presa pagando su condena.
El punto que
les quiero tratar con esta historia es que debemos aprender a amarnos a
nosotras mismas por encima de cualquier cosa en el mundo. No podemos permitir
que nada, ni nadie pase sobre nosotras porque eso genera consecuencias de todo
tipo. Una persona que tiene traumas, que es maltratada o siente algún problema
dentro de sí, debe buscar ayuda. Las cosas no se resuelven solas, es necesario
el apoyo de los seres queridos además del tratamiento con un profesional. La
mamá de Ana Paula vivía sufriendo en silencio. Lo único que se le ocurrió fue
buscar una salida externa (y extrema
además) para acabar con su sufrimiento, pero esa salida, lejos de ayudarla, la
llevó a acabar prácticamente con su vida. La culpa la estaba matando.
No esperemos
que sea demasiado tarde para resolver una situación. El maltrato, las
infidelidades, el sentirse ignorado dentro de una relación son temas muy
comunes. El problema no está en el transgresor, el problema está en quien lo
permite. Por eso hay que revisar la individualidad y amarse, amarse mucho.
Hay infinitas
alternativas de terapia, desde un psicólogo, psiquiatra, hipnosis,
constelaciones familiares, terapias holísticas, y pare usted de contar. Lo
importante es no quedarse en los problemas. Hay que sacar todo lo malo que haya
por dentro para poder estar bien. Ante un inconveniente de crianza, agresiones
de cualquier tipo, pedofilia, divorcios, abandono, cualquiera que sea el tema
que les aflija, busquen ayuda. El apoyo es sanador en sí mismo.
La única
manera que ha encontrado Ana Paula para perdonar a su mamá por arrebatarle la
vida a su papá, es mirarla con compasión tratando de entenderla. El expediente
psiquiátrico de la señora contiene historias de pedofilia, maltrato y abandono
de sus padres. Esos temas nunca los habló con sus hermanas, tías, amigas o con
sus propias hijas. Por el contrario, permaneció callada hasta entrar en la
cárcel y comenzar a ser tratada nuevamente por un especialista.
La hermana de
Ana Paula no la perdona, no desea ni verla, lo que la convierte en otra
historia que queda sin cerrar y que tal vez en un futuro tenga consecuencias. ¿Qué
vida tuvo esa señora? ¿Qué vida tiene ahora? Tal vez seguirá una terapia, tal
vez ya ha sanado, pero perdió la libertad para disfrutar de sus hijas, y lo más
triste, perdió la oportunidad de vivir.
No te aísles, no estás sola,
no eres anormal por tener problemas.
Habla a tiempo, sana y ¡vive!
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario